Ignacio Martín Baró y
psicología de la liberación
Resumen
En
este texto resaltaré la contribución de Ignacio-Martín-Baró a la construcción
de una Psicología de la Liberación,
esbozando sus características teórico-metodológicas, sus implicaciones éticas y
epistemológicas, y algunas de sus contribuciones especificas, examinadas a la
luz de una lectura de la actual problemática psicosocial latinoamericana. Desde
los inicios mismos de la obra escrita de Martín Baró, como se evidencia en su
primer libro, influenciado por la obra de Fromm, titulado Psicodiagnóstico de América Latina, publicado por la
Editorial de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” en 1971.
Ignacio
Martín Baró fue un sacerdote jesuita, nacido en Valladolid, España. En los años
sesenta se dirigió a tierras americanas con afán misionero, en primer lugar a Colombia,
donde obtuvo una licenciatura en letras. En este periplo, según refería él
mismo, llegó a darse cuenta de que, en realidad no venía a enseñar, sino que
llegó para aprender. Su confianza
y fe en las capacidades de resistencia y creación de los sectores populares, de
solidaridad. en 1986 destaca que una de las principales tareas para la
psicología regional era la potenciación
de las virtudes populares. En este señalamiento pide examinar y
trabajar con aquellos que en lenguaje pseudotecnocrático suele llamarse
“resiliencia”.
Cursa
la licenciatura en psicología en la UCA en San Salvador. En 1979 obtiene el
doctorado en psicología social y organizacional en la Universidad de Chicago,
recinto de importancia para la elaboración y puesta en práctica de estrategias
conceptuales de largo alcance en campos como la economía, la política y la
filosofía. En los dos tomos de Acción e
Ideología (1983 y 1989).
Es interesante que en este proceso de revisión y
redefinición, el autor no se ubica en posiciones hipercríticas, que
desvalorizan todo el caudal de experiencias y conocimientos habidos hasta ese
momento en el campo disciplinario. La propuesta no es provinciana, ni se
encierra en regionalismos absurdos: es una psicología social “desde” Centroamérica,
no una psicología social “de” Centroamérica. Dicho sea de paso, sigue siendo,
hasta el día de hoy, uno de los aportes más significativos que se ha hecho
desde una psicología elaborada en América Latina.
Martín Baró se ubica, desde etapas muy tempranas de su
producción, en la problemática del poder y de la dominación. Es bien sabido que
la obra de Martín Baró se desarrolló en condiciones difíciles, lejos de la
“tranquilidad” y “serenidad” que asociamos usualmente con la vida académica. Un
verdadero esfuerzo institucionalizado de Psicología Social donde Martin Baró
concibió y ejecutó, con sus colaboradores, unos veintitrés estudios de alcance
nacional, enfrentando todo tipo de dificultades practicas, como la detención y
el hostigamiento a encuestadores, o el secuestro de materiales.
5.7. Debe explicitar y
promover una ética social para la Psicología, actuando a contrapelo de todos
los mecanismos que se utilizan para delimitar la discusión ética en lo
individual, o, peor aún, enfocarlo exclusivamente como un auto- cuido hedonista
del profesional en psicología.
2.Ética de la liberación
Estamos ante una obra que tiene un
componente ético fuertísimo, inspirándose, como lo hace también la Teología de
la Liberación. Se apuesta a este Principio
Liberación (Dobles, 2007) como una manera, en nuestro ámbito de acción,
de afirmar una ética de vida, una ética de la liberación que implica, como
principio fundamental, contribuir a producir y reproducir la vida humana, en su corporeidad, en lo simbólico
y pulsional, en sus
características específicas y diversas, y en comunidad.
Podemos vincular su producción con el
desarrollo de una Ética de la
Liberación, pensada, también ,desde América Latina, que implica
discernir sistemas de opresión y trabajar junto a las víctimas,
constituyendo, en un proceso complejo, y muchas veces contradictorio, “comunidades
críticas” para lograr transformaciones sistémicas (Dussell, 1999).
“Yo creo que el compromiso del
científico social en Centroamérica hoy tiene que ser con las aspiraciones y
luchas de las mayorías populares, y ello tanto por un imperativo de lógica
científica. ellas tienen más razón-cuanto por un imperativo ético: ellas tienen
mejor razón”.(Citado en Dobles, 1986)
Esto constituye un posicionamiento que
sigue produciendo resistencias, ya que pone en un primer plano la discusión
acerca del papel de los intelectuales, y sus relaciones con los sectores populares.
El concepto clave aquí es el de compromiso
crítico. Estimo que la mirada puesta en la criticidad que destaca Martín Baró (De La Corte, 2000:76) no
puede convertir al otro concepto, el del compromiso, en un “punto ciego”. La “independencia” del intelectual,
y su criticidad, para Martín Baró, se dirime sobre este eje de compromiso.
3.Una teoría psicosocial sobre la violencia
Una Psicología de la Liberación debe
manifestar suspicacia ante interpretaciones simplistas de temáticas complejas.
Así operaba Martín Baró al trabajar el tema de la violencia. Advertía, por ejemplo,
en 1987-1988, acerca de las ilusiones que despertaban en muchos los acuerdos de
Paz de Esquipulas1 en América Central. Estoy seguro que hubiese manifestado,
asimismo, serias dudas y un sano escepticismo hacia los intentos de negociación
entre sectores golpistas y el gobierno legitimo de Mel Zelaya en Honduras en
2009, dados los enormes intereses en juego para quienes recurrieron al recurso
de las armas. Ofrece, en el capítulo ocho de Acción e Ideología, un acercamiento integrador al tema
de la violencia, lo que implica cuestionar aquellas definiciones marcadas desde
el poder establecido.
A.
La
estructura formal del acto, referente a la “formalidad del acto como totalidad
de sentido”.
Se refiere, en este rubro, a las
características específicas que adopta un acto de violencia: reprimir a una
manifestación utilizando personal de seguridad no identificado, por ejemplo, agredir
a su cónyuge con arma blanca, o destrozando objetos personales valiosos,
agredir verbalmente a otros conductores en horas de mucho tráfico vehicular en
las calles, etc. Siendo el acto de violencia una especie de “estructura” que
adopta una “totalidad de sentido”, podrá tratarse de un acto que busca lograr
alguna ventaja (violencia instrumental) o que tendrá el daño producido como
objetivo inmediato (violencia terminal), podrá presentarse como violencia originaria
o como violencia reactiva, etc.
B.
La
ecuación personal: que se refiere a los elementos del acto de violencia
explicables solamente por las características particulares de las personas que
lo llevan a cabo.
Este es el factor que suele predominar
en los análisis psicológicos de actos de violencia. Así, el torturador, por
ejemplo, se concebirá como alguien que no puede sino presentar rasgos psicopatológicos,
o el cometer actos delictivos violentos será explicado primordialmente por el “egoísmo”
del actor. Esto deja en un segundo plano, por supuesto, a la violencia institucionalizada,
o a la rutina de terror, o, al decir de Hannah Arendt, la “banalidad del mal”,
es decir que la trivialidad puede marcar las situaciones en que se desatan
actos de crueldad.
C.
El
contexto posibilitador: que se refiere a la situación mediata o inmediata que facilita
la aparición de actos de violencia.
Un represor, al servicio de un estado
que convierte la tortura en práctica política, puede tener, por ejemplo, bastante
seguridad, en recintos apartados de la mirada pública y protegidos, de
una impunidad casi absoluta en su labor de destrucción del cuerpo y de la
integridad de otra persona. A lo que invita Martín Baró, al señalar este
factor, es a examinar con cuidado las condiciones, el ámbito relacional, las
relaciones de poder, en las que se llevan a cabo los actos violentos.
D.
El
fondo ideológico del acto: referido en última instancia a una “realidad social configurada
por unos intereses de clase”.
Este último factor es de cardinal
importancia, y al identificarlo Martin Baró vincula al tema con la ideología.
Los actos de violencia, así, no pueden entenderse psicológicamente
ubicándose exclusivamente dentro de la piel de las personas, o en sus contextos
físicos y relacionales inmediatos, sino que deben analizarse a la luz de los
marcos ideológicos en juego en un contexto determinado, como expresión de
intereses, objetivos y conflictos.
4. Una teoría de los grupos con historia
En el capítulo tres de Sistema,
Grupo y Poder (1989) encontramos una teoría general de los grupos con
historia, que rompe con algunas de las tendencias dominantes en el campo de
la psicología social de los grupos, insistiendo, una vez más, en una
perspectiva integradora y dialéctica.
4.1
Creación de una propuesta
Martín Baró presenta su propuesta. Creo
que hay varias formas de hacerlo:
1. Aplicando principios y categorías
psicológicas individuales a los fenómenos grupales (como lo hicieron, por
supuesto que con un grado de complejidad y alcances muy diferentes, Skinner y
Freud).
2. Se podría intentar hacer, como lo
ha hecho Robert Bales en la Psicología Social
Experimental, efectuando una gran
cantidad de experimentos en que se midan diversas características de las
interacciones grupales, para intentar llegar a leyes generales empíricas.
3. Podríamos añadirle a lo anterior un
componente psicométrico, y con la aplicación de, por ejemplo, escalas
observacionales, utilizar estadística multivariada para identificar dimensiones
subyacentes al comportamiento en grupo.
4.2.
Dimensiones de los Grupos con Historia
El modelo de “grupos con historia”, es
decir, con existencia cotidiana real, con relaciones “naturales” (y no los
grupos improvisados, sin sentido histórico, que pueblan los experimentos grupales
y las teorías del “aquí y ahora”) establece que para dar cuenta de cualquier
grupo tenemos que contemplar y analizar tres dimensiones:
La Identidad Grupal
Sería lo que da sentido de totalidad y
a la vez de especificidad al grupo, y dado que no hay conceptualización posible
de grupo que no lo ubique frente a otros grupos, es lo que definiría para el
grupo la alteridad.
1. Su formalización organizativa:
estructuración interna, normas de pertenencia, de exclusión, funciones.
2. Sus relaciones con otros grupos
incluyendo su nivel más estructurante: la conciencia de clase, y los fenómenos
de “grupo en sí”, ”grupo para sí”,
3. La conciencia de sus miembros
(implica aspectos de pertenencia y de identificación con el grupo.
El Poder Grupal
Martín Baró (1989) se fundamenta en
Foucault para discutir el aspecto estratégico y relacional del poder. Hay que
examinarlo en la situación y el contexto específico. Aunque los recursos posibilitan
el ejercicio del poder, su eficacia depende de la relación y de la situación
(un grupo grande de personas, por ejemplo, puede ser un recurso a favor, pero
también puede actuar en contra), aunque, por supuesto, hay recursos que tienen
alcances más universales.
La Actividad Grupal
Por último, como ya he mencionado,
está la dimensión concreta de la actividad grupal: ¿qué es lo que el grupo
hace? ¿Cuáles son sus proyectos y metas? ¿Cuál es su eficacia real? Lo que
tendríamos que preguntarnos, en este repaso de una contribución tan significativa,
es si hay otras dimensiones de la actividad grupal que habría que incorporar al
modelo para lograr mayor comprensión de los fenómenos grupales.
4.3. Un ejemplo
Para ejemplificar algo de lo anterior,
quisiera hacer referencia a la coyuntura costarricense del 2007, relacionada
con las posiciones en torno al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos,
Centroamérica, y República Dominicana. Hay, por supuesto, mucho que discutir e investigar
acerca de esta lucha social en que se vio involucrada directamente una parte importante
de la población.
5
.Perspectivas actuales de una psicología de la liberación
Hasta
aquí he caracterizado la contribución decisiva de Martin Baró a la construcción
de una
Psicología
de la Liberación, deteniéndome en el examen de dos contribuciones especificas.
5.1
En primer lugar, una Psicología de la
Liberación debe procurar espacios para el encuentro con sectores populares
organizados, con movimientos sociales, nutriéndose de sus experiencias y a la
vez convirtiéndolos en interlocutores válidos, como una manera de historizar la
propia praxis.
Este es un reto difícil, pero de
enorme importancia. A lo largo del escrito he insistido en el vínculo de la
obra de Martín Baró con las acciones de los movimientos sociales organizados de
su tiempo y contexto. Entre otras cosas, esto permite sacar a la psicología de
su autocomplacencia disciplinaria.
5.2. Debe ser, necesariamente, un
esfuerzo colectivo, que involucre los esfuerzos de psicólogas y psicólogos de
diversos países en intercambio y diálogo continuo, con los medios a su alcance.
Considero de enorme importancia que en
la entrevista que le pude realizar en 1987 Ignacio se definiera como parte de
un “movimiento”.
5.3. Debe oponerse a las lógicas y
estructuras de dominación, abordando no sólo las consecuencias de las
estructuras de poder y de dominación, sino la articulación misma de las
estructuras de dominación.
Este parece ser otro asunto crucial.
No solo identificar el daño producido por estructuras de poder y de dominación,
por ejemplo la pobreza, sino examinar la forma en que se articulan las estructuras
de dominación, y las maneras de enfrentarlas.
5.4. Debe evitar caer en falsas
dicotomías: la contraposición de lo clínico a lo social, de lo cualitativo a lo
cuantitativo. Lo fundamental es encausarse en la dirección de ir construyendo
esa nueva praxis.
5.5. Debe evitar regionalismos
estrechos. Más bien es necesario explorar los esfuerzos de psicólogas y
psicólogos de los países del mundo desarrollado capitalista que también hacen y
han hecho su propia historia de oposición a estructuras y lógicas de
dominación. Este encuentro no está exento de contradicciones, como he señalado
en otra parte. (Dobles, 2000)
5.6. Debe ser un esfuerzo que no se
acomode, académica, institucional o culturalmente en posturas defensivas
instalándose complaciente en espacios marginales sino que debe actuar en
diversos escenarios en que se diriman asuntos cruciales de la vida de nuestros
pueblos o de consecuencias de acciones de la propia psicología.
5.8.Ambitos
problemáticos actuales en América Latina
En su tiempo, Martin-Baro destacaba la
urgencia de la contribución de una psicología
social latinoamericana a la
construcción de la democracia en países plagados de dictaduras militares. Hemos
sugerido, en otros espacios (Dobles, 2006), cuatro ámbitos problemáticos de particular
urgencia que se nos presentan en la actualidad:
-El avance de dispositivos de
seguridad nacional a escala planetaria, con el deterioro de la institucionalidad
internacional de los derechos humanos, y, también, la consecuente criminalización
de las luchas sociales y la consideración de la migración como asunto de “seguridad
nacional”, lo que se evidencia fácilmente en la forma en que se ha tratado en diferentes
momentos el tema en nuestro país, especialmente con la ley aprobada en el 2005,
que rigió hasta el 2009.
-Las implicaciones del fundamentalismo
de mercado y sus expresiones ideológicas y
psicosociales.
-Las necesidades de trascender un
esquema formalista y procedimental de la democracia para avanzar hacia
democracias sustantivas, participativas.
5.8.1 Seguridad nacional globalizada
Para lo primero podemos retomar las
tesis de Franz Hinkelammert, de una tendencia creciente hacia la creación de dispositivos de seguridad
nacional, pero ahora a escala planetaria. Los demás derechos, como aquellas conquistas
de movimientos sociales y políticos relativas a la estabilidad laboral y las
garantías sociales, fueron ramas bastardas, que han sido podadas sistemáticamente
por las fuerzas del capital en su ofensiva neoliberal.
5.8.2. Fundamentalismo de mercado
La vida humana, la de todos, debe ser nuestro
horizonte, ante políticas de exclusión, desigualdad y de hambre. En América
Latina, señalaba recientemente la FAO, 52 millones de personas sufren desnutrición.3
La diferencia es que en la actualidad los pobres son culpables de su suerte