lunes, 9 de diciembre de 2013

PSICOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN


Ignacio Martín Baró y psicología de la liberación

Resumen
En este texto resaltaré la contribución de Ignacio-Martín-Baró a la construcción de una Psicología de la Liberación, esbozando sus características teórico-metodológicas, sus implicaciones éticas y epistemológicas, y algunas de sus contribuciones especificas, examinadas a la luz de una lectura de la actual problemática psicosocial latinoamericana. Desde los inicios mismos de la obra escrita de Martín Baró, como se evidencia en su primer libro, influenciado por la obra de Fromm, titulado Psicodiagnóstico de América Latina, publicado por la Editorial de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” en 1971.
Ignacio Martín Baró fue un sacerdote jesuita, nacido en Valladolid, España. En los años sesenta se dirigió a tierras americanas con afán misionero, en primer lugar a Colombia, donde obtuvo una licenciatura en letras. En este periplo, según refería él mismo, llegó a darse cuenta de que, en realidad no venía a enseñar, sino que llegó para aprender. Su confianza y fe en las capacidades de resistencia y creación de los sectores populares, de solidaridad. en 1986 destaca que una de las principales tareas para la psicología regional era la potenciación de las virtudes populares. En este señalamiento pide examinar y trabajar con aquellos que en lenguaje pseudotecnocrático suele llamarse “resiliencia”.
Cursa la licenciatura en psicología en la UCA en San Salvador. En 1979 obtiene el doctorado en psicología social y organizacional en la Universidad de Chicago, recinto de importancia para la elaboración y puesta en práctica de estrategias conceptuales de largo alcance en campos como la economía, la política y la filosofía. En los dos tomos de Acción e Ideología (1983 y 1989).
Es interesante que en este proceso de revisión y redefinición, el autor no se ubica en posiciones hipercríticas, que desvalorizan todo el caudal de experiencias y conocimientos habidos hasta ese momento en el campo disciplinario. La propuesta no es provinciana, ni se encierra en regionalismos absurdos: es una psicología social “desde” Centroamérica, no una psicología social “de” Centroamérica. Dicho sea de paso, sigue siendo, hasta el día de hoy, uno de los aportes más significativos que se ha hecho desde una psicología elaborada en América Latina.

Martín Baró se ubica, desde etapas muy tempranas de su producción, en la problemática del poder y de la dominación. Es bien sabido que la obra de Martín Baró se desarrolló en condiciones difíciles, lejos de la “tranquilidad” y “serenidad” que asociamos usualmente con la vida académica. Un verdadero esfuerzo institucionalizado de Psicología Social donde Martin Baró concibió y ejecutó, con sus colaboradores, unos veintitrés estudios de alcance nacional, enfrentando todo tipo de dificultades practicas, como la detención y el hostigamiento a encuestadores, o el secuestro de materiales. 


2.Ética de la liberación

Estamos ante una obra que tiene un componente ético fuertísimo, inspirándose, como lo hace también la Teología de la Liberación. Se apuesta a este Principio Liberación (Dobles, 2007) como una manera, en nuestro ámbito de acción, de afirmar una ética de vida, una ética de la liberación que implica, como principio fundamental, contribuir a producir y reproducir la vida humana, en su corporeidad, en lo simbólico y pulsional, en sus características específicas y diversas, y en comunidad.

Podemos vincular su producción con el desarrollo de una Ética de la Liberación, pensada, también ,desde América Latina, que implica discernir sistemas de opresión y trabajar junto a las víctimas, constituyendo, en un proceso complejo, y muchas veces contradictorio, “comunidades críticas” para lograr transformaciones sistémicas (Dussell, 1999).

“Yo creo que el compromiso del científico social en Centroamérica hoy tiene que ser con las aspiraciones y luchas de las mayorías populares, y ello tanto por un imperativo de lógica científica. ellas tienen más razón-cuanto por un imperativo ético: ellas tienen
mejor razón”.(Citado en Dobles, 1986)

Esto constituye un posicionamiento que sigue produciendo resistencias, ya que pone en un primer plano la discusión acerca del papel de los intelectuales, y sus relaciones con los sectores populares. El concepto clave aquí es el de compromiso crítico. Estimo que la mirada puesta en la criticidad que destaca Martín Baró (De La Corte, 2000:76) no puede convertir al otro concepto, el del compromiso, en un “punto ciego”. La “independencia” del intelectual, y su criticidad, para Martín Baró, se dirime sobre este eje de compromiso.

3.Una teoría psicosocial sobre la violencia

Una Psicología de la Liberación debe manifestar suspicacia ante interpretaciones simplistas de temáticas complejas. Así operaba Martín Baró al trabajar el tema de la violencia. Advertía, por ejemplo, en 1987-1988, acerca de las ilusiones que despertaban en muchos los acuerdos de Paz de Esquipulas1 en América Central. Estoy seguro que hubiese manifestado, asimismo, serias dudas y un sano escepticismo hacia los intentos de negociación entre sectores golpistas y el gobierno legitimo de Mel Zelaya en Honduras en 2009, dados los enormes intereses en juego para quienes recurrieron al recurso de las armas. Ofrece, en el capítulo ocho de Acción e Ideología, un acercamiento integrador al tema de la violencia, lo que implica cuestionar aquellas definiciones marcadas desde el poder establecido.

A.   La estructura formal del acto, referente a la “formalidad del acto como totalidad de sentido”.

Se refiere, en este rubro, a las características específicas que adopta un acto de violencia: reprimir a una manifestación utilizando personal de seguridad no identificado, por ejemplo, agredir a su cónyuge con arma blanca, o destrozando objetos personales valiosos, agredir verbalmente a otros conductores en horas de mucho tráfico vehicular en las calles, etc. Siendo el acto de violencia una especie de “estructura” que adopta una “totalidad de sentido”, podrá tratarse de un acto que busca lograr alguna ventaja (violencia instrumental) o que tendrá el daño producido como objetivo inmediato (violencia terminal), podrá presentarse como violencia originaria o como violencia reactiva, etc.

B.   La ecuación personal: que se refiere a los elementos del acto de violencia explicables solamente por las características particulares de las personas que lo llevan a cabo.

Este es el factor que suele predominar en los análisis psicológicos de actos de violencia. Así, el torturador, por ejemplo, se concebirá como alguien que no puede sino presentar rasgos psicopatológicos, o el cometer actos delictivos violentos será explicado primordialmente por el “egoísmo” del actor. Esto deja en un segundo plano, por supuesto, a la violencia institucionalizada, o a la rutina de terror, o, al decir de Hannah Arendt, la “banalidad del mal”, es decir que la trivialidad puede marcar las situaciones en que se desatan actos de crueldad.

C.   El contexto posibilitador: que se refiere a la situación mediata o inmediata que facilita la aparición de actos de violencia.

Un represor, al servicio de un estado que convierte la tortura en práctica política, puede tener, por ejemplo, bastante seguridad, en recintos apartados de la mirada pública y protegidos, de una impunidad casi absoluta en su labor de destrucción del cuerpo y de la integridad de otra persona. A lo que invita Martín Baró, al señalar este factor, es a examinar con cuidado las condiciones, el ámbito relacional, las relaciones de poder, en las que se llevan a cabo los actos violentos.

D.   El fondo ideológico del acto: referido en última instancia a una “realidad social configurada por unos intereses de clase”.

 
Este último factor es de cardinal importancia, y al identificarlo Martin Baró vincula al tema con la ideología. Los actos de violencia, así, no pueden entenderse psicológicamente ubicándose exclusivamente dentro de la piel de las personas, o en sus contextos físicos y relacionales inmediatos, sino que deben analizarse a la luz de los marcos ideológicos en juego en un contexto determinado, como expresión de intereses, objetivos y conflictos.

4. Una teoría de los grupos con historia

En el capítulo tres de Sistema, Grupo y Poder (1989) encontramos una teoría general de los grupos con historia, que rompe con algunas de las tendencias dominantes en el campo de la psicología social de los grupos, insistiendo, una vez más, en una perspectiva integradora y dialéctica. 


4.1 Creación de una propuesta

Martín Baró presenta su propuesta. Creo que hay varias formas de hacerlo:
1. Aplicando principios y categorías psicológicas individuales a los fenómenos grupales (como lo hicieron, por supuesto que con un grado de complejidad y alcances muy diferentes, Skinner y Freud).
2. Se podría intentar hacer, como lo ha hecho Robert Bales en la Psicología Social
Experimental, efectuando una gran cantidad de experimentos en que se midan diversas características de las interacciones grupales, para intentar llegar a leyes generales empíricas.
3. Podríamos añadirle a lo anterior un componente psicométrico, y con la aplicación de, por ejemplo, escalas observacionales, utilizar estadística multivariada para identificar dimensiones subyacentes al comportamiento en grupo.

4.2. Dimensiones de los Grupos con Historia
El modelo de “grupos con historia”, es decir, con existencia cotidiana real, con relaciones “naturales” (y no los grupos improvisados, sin sentido histórico, que pueblan los experimentos grupales y las teorías del “aquí y ahora”) establece que para dar cuenta de cualquier grupo tenemos que contemplar y analizar tres dimensiones:

La Identidad Grupal
Sería lo que da sentido de totalidad y a la vez de especificidad al grupo, y dado que no hay conceptualización posible de grupo que no lo ubique frente a otros grupos, es lo que definiría para el grupo la alteridad.
1. Su formalización organizativa: estructuración interna, normas de pertenencia, de exclusión, funciones.
2. Sus relaciones con otros grupos incluyendo su nivel más estructurante: la conciencia de clase, y los fenómenos de “grupo en sí”, ”grupo para sí”,
3. La conciencia de sus miembros (implica aspectos de pertenencia y de identificación con el grupo.

El Poder Grupal
Martín Baró (1989) se fundamenta en Foucault para discutir el aspecto estratégico y relacional del poder. Hay que examinarlo en la situación y el contexto específico. Aunque los recursos posibilitan el ejercicio del poder, su eficacia depende de la relación y de la situación (un grupo grande de personas, por ejemplo, puede ser un recurso a favor, pero también puede actuar en contra), aunque, por supuesto, hay recursos que tienen alcances más universales.

La Actividad Grupal
Por último, como ya he mencionado, está la dimensión concreta de la actividad grupal: ¿qué es lo que el grupo hace? ¿Cuáles son sus proyectos y metas? ¿Cuál es su eficacia real? Lo que tendríamos que preguntarnos, en este repaso de una contribución tan significativa, es si hay otras dimensiones de la actividad grupal que habría que incorporar al modelo para lograr mayor comprensión de los fenómenos grupales.

4.3. Un ejemplo
Para ejemplificar algo de lo anterior, quisiera hacer referencia a la coyuntura costarricense del 2007, relacionada con las posiciones en torno al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, Centroamérica, y República Dominicana. Hay, por supuesto, mucho que discutir e investigar acerca de esta lucha social en que se vio involucrada directamente una parte importante de la población.

5 .Perspectivas actuales de una psicología de la liberación 

Hasta aquí he caracterizado la contribución decisiva de Martin Baró a la construcción de una
Psicología de la Liberación, deteniéndome en el examen de dos contribuciones especificas.
5.1 En primer lugar, una Psicología de la Liberación debe procurar espacios para el encuentro con sectores populares organizados, con movimientos sociales, nutriéndose de sus experiencias y a la vez convirtiéndolos en interlocutores válidos, como una manera de historizar la propia praxis.

Este es un reto difícil, pero de enorme importancia. A lo largo del escrito he insistido en el vínculo de la obra de Martín Baró con las acciones de los movimientos sociales organizados de su tiempo y contexto. Entre otras cosas, esto permite sacar a la psicología de su autocomplacencia disciplinaria.

5.2. Debe ser, necesariamente, un esfuerzo colectivo, que involucre los esfuerzos de psicólogas y psicólogos de diversos países en intercambio y diálogo continuo, con los medios a su alcance.

Considero de enorme importancia que en la entrevista que le pude realizar en 1987 Ignacio se definiera como parte de un “movimiento”.

5.3. Debe oponerse a las lógicas y estructuras de dominación, abordando no sólo las consecuencias de las estructuras de poder y de dominación, sino la articulación misma de las estructuras de dominación.

Este parece ser otro asunto crucial. No solo identificar el daño producido por estructuras de poder y de dominación, por ejemplo la pobreza, sino examinar la forma en que se articulan las estructuras de dominación, y las maneras de enfrentarlas.

5.4. Debe evitar caer en falsas dicotomías: la contraposición de lo clínico a lo social, de lo cualitativo a lo cuantitativo. Lo fundamental es encausarse en la dirección de ir construyendo esa nueva praxis.

5.5. Debe evitar regionalismos estrechos. Más bien es necesario explorar los esfuerzos de psicólogas y psicólogos de los países del mundo desarrollado capitalista que también hacen y han hecho su propia historia de oposición a estructuras y lógicas de dominación. Este encuentro no está exento de contradicciones, como he señalado en otra parte. (Dobles, 2000)

5.6. Debe ser un esfuerzo que no se acomode, académica, institucional o culturalmente en posturas defensivas instalándose complaciente en espacios marginales sino que debe actuar en diversos escenarios en que se diriman asuntos cruciales de la vida de nuestros pueblos o de consecuencias de acciones de la propia psicología.

5.7. Debe explicitar y promover una ética social para la Psicología, actuando a contrapelo de todos los mecanismos que se utilizan para delimitar la discusión ética en lo individual, o, peor aún, enfocarlo exclusivamente como un auto- cuido hedonista del profesional en psicología.
 
5.8.Ambitos problemáticos actuales en América Latina
En su tiempo, Martin-Baro destacaba la urgencia de la contribución de una psicología
social latinoamericana a la construcción de la democracia en países plagados de dictaduras militares. Hemos sugerido, en otros espacios (Dobles, 2006), cuatro ámbitos problemáticos de particular urgencia que se nos presentan en la actualidad:
-El avance de dispositivos de seguridad nacional a escala planetaria, con el deterioro de la institucionalidad internacional de los derechos humanos, y, también, la consecuente criminalización de las luchas sociales y la consideración de la migración como asunto de “seguridad nacional”, lo que se evidencia fácilmente en la forma en que se ha tratado en diferentes momentos el tema en nuestro país, especialmente con la ley aprobada en el 2005, que rigió hasta el 2009.

-Las implicaciones del fundamentalismo de mercado y sus expresiones ideológicas y
psicosociales.
-Las necesidades de trascender un esquema formalista y procedimental de la democracia para avanzar hacia democracias sustantivas, participativas.

5.8.1 Seguridad nacional globalizada
Para lo primero podemos retomar las tesis de Franz Hinkelammert, de una tendencia creciente hacia la creación de dispositivos de seguridad nacional, pero ahora a escala planetaria.  Los demás derechos, como aquellas conquistas de movimientos sociales y políticos relativas a la estabilidad laboral y las garantías sociales, fueron ramas bastardas, que han sido podadas sistemáticamente por las fuerzas del capital en su ofensiva neoliberal.
 
5.8.2. Fundamentalismo de mercado
La vida humana, la de todos, debe ser nuestro horizonte, ante políticas de exclusión, desigualdad y de hambre. En América Latina, señalaba recientemente la FAO, 52 millones de personas sufren desnutrición.3 La diferencia es que en la actualidad los pobres son culpables de su suerte